viernes, 18 de mayo de 2018

Viernes 18/5/2018 I Parte: Erase una vez….



   I Parte:       Erase una vez….


(Voces Lejanas para un Cuento Histórico/ Afrodescendiente)Por Pedro Ángel Dávila David.



La historia de un hombre,
 de unos lugares, de unos hechos,
que siempre hemos de recordar
 para mantener viva la memoria,
 la cultura de los pueblos
y la identidad.
Pedro Dávila


Corría el año (1773), las costas del “Nuevo Mundo”, como lo llamaban sus nuevos moradores, o, más bien, podemos decir: ”Los Invasores”, se llenaban de grandes barcos, que venían de lugares muy remotos.En esta oportunidad, uno de esos barcos llegó, no a las costas caribeñas, sino que prosiguió su ruta rumbo al lago Coquivacoa, hoy Lago de Maracaibo. Ese barco con banderas francesas, fue dejando atrás el blanco oleaje del mar caribe y se fue adentrando en aquellas otras aguas más tranquilas.

Ahora eran las aguas de aquel lago, el que recibía a aquellos viajeros. La mañana se abría como un abanico hermoso, con un resplandeciente sol, cálido,sin nubes que impidieran su brillo. Aquel barco atracó en el lugar que hoy conocemos como la Ceiba. Se escuchó una voz, como la de aquellos otros tiempos, cuando un marino que acompañaba a Colón grito:_ ¡Tierra, Tierra!!.

40 días duro la nave detenida allí, así se evitaba el que los “pasajeros” de aquel viaje contaminasen a los que esperaban en tierra firme.
Al transcurrir los 40 días, un sin fin de sonidos comenzaron a escucharse: gritos, ordenes, cadenas arrastrándose, quejidos…
Eran los marineros organizando con sus látigos y sus gritos a unas 300 personas que venían en aquel barco. Estos no eran pasajeros comunes, tampoco venían en plan de conquista. Eran prisioneros, hombres, mujeres y niños de piel oscura y cabellos rizados.

_¡Muévanse,Negros Malolientes!!_Dijo una voz con mucha fuerza, a la vez que dejaba caer su látigo sobre los pechos, las espaldas, los brazos de aquellos seres infelices e indefensos. Sí, Indefensos  eran aquellos seres que venían atados con pesadas cadenas en sus pies, manos y cuello. Sus rostros sudorosos, sus ojos húmedos por las lágrimas,sus cuerpos lacerados, sangrantes,eran la viva imagen del dolor.

Entre los cautivos, un niño de aproximadamente 12 años lo miraba todo con mucho temor. Los hombres que los golpeaban bestialmente, eran marinos, soldados, comerciantes, filibusteros, aventureros, no sé. Haciendo sonar sus látigos,sobre sus cuerpos, hacían salir del barco a aquella especie de serpiente humana. Fueron bajando uno detrás del otro sin separarse por estar atados con aquellas fuertes cadenas.

En tierra, carruajes con más hombres esperaban. Si, esperaban la gran venta. Y estos seres traídos de la lejana África y después de haber navegado en cautiverio por más de 3 meses, llegaban a su destino.
Serian vendidos  a otros esclavistas, unos comerciantes, otros, señores hacendados. Ya comenzaban a comprarlos, como ganado. Quienes lo hacían, revisaban cuidadosamente los cuerpos, la estatura, las edades, la dentadura, su juventud, y los compraban en aquel improvisado“Mercado de Esclavos”.

Uno de los ricos hacendados el Sr. Briceño, compro varios esclavos, entre los que iban hombres, mujeres y un niño. Pago por ellos y diò orden a sus hombres de subirlos a las carretas. En total eran 4 carretas que  llevarían cada una a 5 esclavos.
El viaje de aquellos infelices continúo su rumbo; esta vez a una de esas plantaciones de Cacao, Añil, o de Tabaco que estos señores poseían.

Pasaron los años, y aquel niño creció y fue dándose cuenta de muchas cosas. Se oían rumores de que algo estaba ocurriendo. Los esclavos escuchaban a sus amos hablar en voz baja de un “Negro Sublevado”, hablaban de Libertad, y eso, era peligroso para sus negocios.
Una noche de luna nueva y de fina lluvia el joven escapó de la hacienda de los Briceño para ir en busca de aquel personaje. “Un negro levantisco llamado José Leonardo Chirinos”, Decían que ese era su nombre, que era peligroso para los blancos, que era una especie de demonio. Cruzó montañas, ríos; padeció de frío, de hambre, rompió sus ya gastadas ropas, pero jamás se rindió; continuo su viaje a la libertad.
En su huida, al 7º día, varios hombres lo encontraron; estaba dormido, rendido de cansancio al pie de un frondoso árbol. Eran hombres de la Hacienda de los Briceño.
Lo ataron después de golpearlo brutalmente y le llevaron de regreso a la hacienda de la cual días antes se había escapado.
El señor Briceño, furioso, se indignó tanto cuando lo vio, que él mismo le propino un nuevo castigo y, aprovechando que tenía visita, de unos viejos amigos en su hacienda, aprovechò y lo vendió para evitar que los otros siguieran sus pasos
Lo ataron fuertemente, terminando en un nuevo lugar, con unos nuevos dueños. En aquella hacienda templó su carácter amaso sus deseos de libertad. Hoy ese lugar es conocido como el Trapiche de los clavos, en Boconó.

En ese lugar cumplió su mayoría de edad. Era un joven brioso, rebelde, sin miedo, altivo, fuerte y muy trabajador. Esto último hizo que sus nuevos dueños le fuesen perdiendo la vigilancia; y un día se fue como la luz se va cuando una nube tapa los rayos de luna llena.
Aquel joven de piel oscura como el ébano, tenía una sola idea en su cabeza, un solo sentimiento en su corazón: Unirse a aquel José Leonardo Chirinos, buscarlo para ayudarlo en sus ideas de Liberación.

Continuarà....



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