domingo, 27 de mayo de 2018

El Cuento Histórico: UN VIAJE INESPERADO


UN  VIAJE  INESPERADO




                En un lugar muy lejano de África, vivía un niño de la comunidad Masay, que jugaba en los grandes  bosques y la selva, con las mariposas y los pájaros, se encaramaba en los grandes árboles para ver más allá del horizonte, se bañaba en los ríos y lagunas, era libre totalmente libre en ese mundo maravilloso. Un día se subió a uno de esos grandes árboles para tomar uno de sus frutos vio venir a lo lejos a muchos hombres de cabezas brillante, traían animales que ladraban; curioso en su inocencia bajo del árbol y quiso saber quiénes eran esos extraños hombres  y cuando este se les acercó los hombres dijeron (hay cayó mansito el negrito) en ese momento el negrito se da cuenta que detrás de los hombres venían muchos como él (familiares, amigos de su comunidad) todos venían encadenados llorando tristes ensangrentados, golpeados, arrastrando sus pies por las pesadas cadenas, y eso lo asustó mucho, quiso correr pero ya era tarde encima de él caía una red que lo inmovilizó, sus días de libertad finalizaron y terminó en un barco que lo llevaba a tierras muy muy lejanas.

            El niño escuchaba hablar a los otros prisioneros como él, de que iban a un  nuevo mundo, pero ese nuevo mundo se abría como un mal presagio por la propia condición en que viajaban, la bodega del barco iba repleta de hombres, mujeres y niños, todos de piel oscura, iban amontonados, encadenados de pies, manos y cuello, que le impedía el movimiento inclusive para comer  y hacer sus necesidades, el movimiento del barco en el mar les causaba mareos, vómitos, muchos de ellos morían por la falta de atención, por la sed, el hambre y las heridas que se les originaba al ser golpeados y que también provocaban las cadenas; la bodega del barco era oscura en el día y muy calurosa, el hedor provocado por la descomposición de las heces, el vomito y los cuerpos de algunos esclavos que iban muriendo producían un olor fétido que hacían irrespirable el ambiente.

Las noches se tornaban heladas, la madera del barco crujía y las cadenas parecía que apretaban cada vez más; los prisioneros se amontonaban casi uno encima del otro, para darse algo de calor, el viaje duró muchos meses; de la gran cantidad de prisioneros que venían en el barco fueron muy pocos los que llegaron a las costas del nuevo mundo, bajados del barco son llevados en carretas y muchos a pie, a diferentes partes donde fueron vendidos a ricos hacendados y comerciantes; el negrito miraba maravillado ese paisaje que se mostraba ante su mirada inocente, a pesar de que sus captores seguían empujándolo y castigándolo, los gritos de amenazas de los captores hicieron volar una gran cantidad de aves que se posaron en los árboles cercanos pero hubo una en especial  que llamó poderosamente su atención, un ave grande nunca vista por él de los hermosos colores del arco iris, como ese que miraba embelesado en su tierra natal, después que caía la lluvia, ese pájaro para él representaba la libertad.
Rafael Mendoza

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