II PARTE:
EL
ENCUENTRO Y LA REBELIÓN
Para finales del siglo XVIII, el sistema monárquico español vivía
una profunda crisis, mientras que, en las colonias americanas, los negros esclavizados
y los criollos mantuanos hicieron sentir
su inconformidad con esa situación política y social que se estaba viviendo.
Estos grupos asumieron formas de opresión y resistencia, que
son los que originaron un movimiento revolucionario en esa sociedad.
Es así como nuestro personaje, luego de escapar de la
hacienda donde había estado prisionero por más de 10 años, se tropieza por
casualidad con otro personaje, un negro de nombre José Caridad González, un
negro Luongo, nacido en África y fugado de Curazao. Entre ellos, desde el
primer momento del encuentro se produce una empatía, que culmina en una buena
amistad. Ambos son fugitivos de los blancos, ambos vienen de la lejana África,
son hijos de ese continente, ambos tienen trazados dos objetivos entre ceja y
ceja: Buscar al Negro José Leonardo Chirinos,unirse a él y conquistar la tan preciada
Libertad!
Ahora van juntos, en su búsqueda, y juntos van en su huida,
rumbo a sus sueños de libertad.
Bordean todas las montañas andinas, evitan poblados y otros
grupos humanos, y se adentran en otros territorios, dejando atrás la frescura
de las montañas. Mientras avanzan van observando como el terreno se hace cada vez más árido, mas caluroso. Veinte
días y veinte noches duro la marcha de estos hombres. En ese periplo se encontraron
con una vieja aborigen y le preguntaron, donde podían hallar a “El Negro Chirinos”,
la mujer los miro con asombro, y un tanto temerosa, pero, al darse cuenta del
color de su piel, de sus cuerpos llenos de heridas, de sus ropas deshilachadas,
no dudo y les dijo:
_” Ese Negro que buscan está a dos días largos, de aquí.
Sigan hacia el norte y en un lugar llamado Curumagua, seguro lo hallaran con
sus hombres. Que los dioses les acompañen.”
Con esas palabras la anciana se despidió.
Aquellos hombres prosiguieron su marcha. Ya estaban cerca de
alcanzar sus sueños. Sus corazones latían presurosos y sus pies parecían alas
de pájaros. Que cerca veían ya la llegada de la libertad.
El lugar estaba totalmente oscuro cuando llegaron. La luz de
la luna cubierta esa noche por gruesas nubes los ocultaba. Observaron a lo
lejos una pequeña fogata y a varios hombres reunidos alrededor de la misma. Se acercaron
sigilosos, como jaguares. Cuando estuvieron a unos 3 metros de distancia, se
levantaron con los brazos en alto y dijeron con voz audible.
¡Negro Chirinos. Somos gente de Paz!.
Los hombres reunidos
(negros y aborígenes) se voltearon, miraron a aquellas dos figuras que parecían
fantasmas oscuros y, presurosos se levantaron haciéndoles prisioneros.
Un hombre alto, fornido, de ojos chispeantes como la misma
llama de la hoguera y que parecía llevar la voz cantante dijo:
_¿Quiénes son? ¿Qué hacen aquí? ¡ Acérquense sin mañas, o son
hombres muertos!.
Aquella amenaza no era un juego. Aquellos hombres estaban
bien armados. Al acercarse y dar la luz de la fogata en el rostro de José
Caridad González, José Leonardo Chirinos lo reconoció, y fue hacia él y se
abrazaron.
Luego los tres hombres se retiraron a conversar. Seguro el
tema de conversación seria el tema de la Revuelta y de la Libertad.
Continuara....
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