miércoles, 12 de octubre de 2016

NUESTROS CUENTA-CUENTOS

Martes 11 de octubre de 2016
Hora:9:45 am
Lugar: Municipio Trujillo, Parroquia Matriz, Sector Timirisis Parte Alta.

Historias de ayer esperanzas del mañana

Visita a Cultores y Cuenta-cuentos



NUESTROS CUENTA-CUENTOS


Nombre: Juan Pérez
Edad: 78 años
Lugar: Timirisis parte alta.
Nativo de: Urbina

Aquí les traemos algunas de sus historias, sus anécdotas, sus cuentos.
Hace 40 años que vivo acá, cuando llegué aquí, esto era solo, 4 casas era las que había.
Ya todo cambió y en estos lugares ahora, yo mismo me pierdo. Antes vivía al frente de la escuela de Timirisis parte alta.





¿Usted ha trabajado la agricultura?

Sí, he trabajado la agricultura, después trabaje pisos de granito, ya no trabajo. Tuve un accidente, me golpeé la cabeza y los doctores me prohibieron que trabajara con eso.
¿Qué historias recuerda? ¿Algunos cuentos, algunas leyendas de allá de Urbina?
En Urbina había 23 ranchones, casas. En semana Santa era mucha la unión, nos reuníamos para jugar metras, trompo., otros jugaban pelota y nos reuníamos en casa de un señor; también jugábamos los días de fiesta, con trompos, con barajas, y muchos juegos simples.




¿Otros Cuentos o cosas que le hayan pasado?

Yo vi alguna cosita allá, que la gente dice sean muertos. Yo le digo, allí asustaban a uno mucho.
Un día me mandaron pacà pà Trujillo a bajar los burros, y en un filo vi a un hombre, yo volteaba la cara y è la volteaba, su cara era blanca …, no era gente, era un encanto.
Ocho días después, en el mismo filito, vi que un señor con un liquilique blanco se metió en un árbol. Había un zanjón donde no podía pasar porque cuando pasaba por ahí se me subía el sombrero.





Un día cuando salíamos al camino real vi un fogón que iba caminando, esto fue en Urbina, estaba muchacho yo. Yo le dije al hermano mío, yo me voy, yo me voy, y mi hermano se vino conmigo. Cuando nos regresamos, el fogón se regresó.
Allí había un palo, era un palo negro, nunca supe por qué. eso paso, era un palo negro seco, y allí es donde se dice que hay plata. Allí nos asustaron a 4 muchachos, nos tiraron piedras. Un día.
Más arriba era donde se me subía el sombrero. Allí también dicen que hay plata enterrada.
Me decían, miré, cuando se forma una música, allí, donde estaba el hombre parado, yo lo que hice fue salir corriendo.




Donde vivía mi papa, bajaban 4 rollos de basura quemándose, mi papá pregunto ¿Quién chapurreo allá?, nadie le dije. A los 4 días fue donde mi abuela. De allá Salió la basura quemándose, nadie había quemado nada.
Donde una tía vide a 4 hombres, muy mal encaraos, y no eran vivos, gente viva, si no espantos malos.
Una hermana mía, a lo mejor yendo a buscar leña un día y vio a un Ángel en la pata de un jumangue. Yo tenía como 8 años y ella como 12.

¿Qué edad tiene usted ahora?

78 años.

¿Cómo eran esos diciembres, que recuerda de ellos?

Si uno invitaba a alguien a comer hallacas y no iba, el que invito se ponía bravo, por eso, porque ese era el costumbre que había allá. Se ponían bravos también en Semana Santa si no iba uno a hacer el medio día allí.

¿Y cómo eran las fiestas?

Cosa de fiesta, de parrandas, no, no era fiestible. Uno se echaba los palos era caminando.
Allá en Urbina no había cosas del niño Jesús por diciembre, paraduras, serenadas, busca de niños. En la escuela era que a veces se lo robaban y hacían la fiestecita.
Más bien cuando nos vinimos para acá. Se hacen por esos días la serenada para entretenerse en algo. Yo fui un ladrón. nueve niños me roben en nueve años.
Aquí vinimos, y como a los dos años de estar viviendo acá, vino mi hermana con un niñito que le habían regalado la maestra y hicimos la fiestecita.
Después de eso vino uno y otro (…)
Con la otra hermana, fuimos un día a hacerle la visita a otro señor en (…) allá, pà quel filo, allá. Y se venía mi hermana con el niño. hicimos la fiesta, vino gente de Caracas, de Barquisimeto, de Valencia, jamás nunca volvimos a hacer una fiesta así. Había tanta gente que me tumbaron la cerca, no me alcanzó una garrafa de sangonera para un solo brindis.
Una noche fui a la casa de un vecino, so lo robé, me lo traje. ese fue el primero que me robe. Me lo traje, se le hizo la fiesta, al año me robé el de la otra casa. así me estuve, luego de estos por 5 años, robando, fui para la casa de un señor, el que, me acompañaba y yo, estábamos enamorados de unas muchachas de allá y nos robamos el niño, y ellos, los de esa casa, nos robaron el de nosotros.
Un día me robe un niño. No vinieron a buscarlo, no hubo fiesta, y tuve que hacerle el rosario y entregarlo.









Un día me robaron el niño yo fui a reclamarle al que me lo robo. Y él me decía: “busque lo suyo que yo busco lo mío”
Como a los 8 días, el niño apareció, estaba debajo de unos tubos de agua y nadie lo había visto. Luego, el señor bajo y me dijo. no me había dado cuenta que el niño se había caído en la serenada. Y le hicimos la fiestecita.
En estas cosas tiene que haber mucho respeto, sobre todo con estas cosas de los santos.
Yo no sé qué sean ustedes, católicos o no sé, una vez fui por allá por Pampan y fui donde un señor. le dije, usted sabe cómo soy yo (…) y desde entonces, todos los meses que cobraba la bequita, siempre le llevaba flores a un santo. Un día que cobré le llevé un paquete de velas. le dije al señor que cuidaba el santo. porque yo soy muy así con los santos. Por cierto, me dijo el señor “vas a tener un accidente”. Yo no tuve el accidente, lo tuvo ella, mi esposa. Pero eso me afecto a mí. ¡Yo tuve el accidente! No tuvimos hijos. Dios no quiso. Uno hace el empeño, pero, como dice el dicho; uno quiere santo no quiere.
Mi esposa es mayor que yo, 81 años, ella es del páramo del Cidral, los dos estamos ya viejos y sordos.
Así culmino nuestra conversa, nos despedimos del señor Juan Pérez, quedando en regresar para seguirlo escuchando y poder hacer un video con otras de esas historias de quienes aún viven para contar.

Texto Transcrito, Pedro Ángel Dávila David.

















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