Hora:9:00 am
Lugar: Municipio Trujillo,Parroquia Chiquinquirà-Sector Av.Numa Quevedo
ENCUENTRO CON NUESTRAS HISTORIAS LOCALES.
Tal vez estemos evocando de nuevo “El Zurcidor de cantos”:
“el zurcidor de cantos zurcía lo que sus oídos y oídos de sus
antepasados habían escuchado de los grandes patriarcas cantores”, en este caso,
de aquellos que cuentan sus cuentos y los echan a volar libres al viento, para
que otros los atrapen y los sigan contando por siempre.
Pedro Ángel Dávila David.
Conversando Con
Antonio Villegas. Artista Popular.
“A nosotros los cultores toda la vida nos maltrataron, nos
marginaron”.
Así comenzó el señor Villegas su conversación con nosotros
(Rafael Mendoza y Pedro Ángel Dávila David, promotores culturales de la Coordinación
Trujillana de Cultura, adscritos a la división de Teatro, Danza y Artesanía).
Esto fue lo que
compartió la mañana de hoy con nosotros:
Yo comencé en una finquita que tenía; un día vi un palo con
tres ramas y dije “esta buena para hacer una mesa”. Llegué con ese palo
arrastrándolo hasta la casa, luego con el hice la talla de un anciano con tres patas,
luego la presente en el Museo de Arte Popular Salvador Valero, y allí comenzó a
caminar el deporte mío. Eso fue por allá
por 1986, fue mi primera talla.
En cambio, las pinturas mías son un trabajo más antiguo,
esas las hago desde que era joven.
La pobreza es lo que lleva a uno a estas cosas, para
sobrevivir.
¿Cómo se encontró con
el arte?
Al parecer eso viene por parte de mis familiares, hay muchos
Briceño que les gusta la talla. Inventar es importante para mí.
Mi papá era de San Isidro II y mi abuelo era de Santa Ana,
de los Mamones de Santa Ana. Mi mamá era del páramo de Ortiz .la familia
Briceño esta regada por las lomas, las Canoas, el Alto de las Flores…, tengo
mucha familia por ahí, pero no las conozco.
Un 11 de abril de 1950 nací. Mamá, al poquito tiempo de
nacer yo murió, y me criaron con la teta de una chiva, mi chinchorro fue un costal,
y la cuna una caja de cartón.me daban tetero en una carterita de esas, de
miche, y le colocaban una mamila. Así me alimentaron.
Yo he sido sufrido desde que nací, al cumplir un año me
sacaron de aquí (San Isidro), y me llevaron a Santa Rosa, a los cuatro años me
llevaron a Barquisimeto, luego me trajeron.
Cuando era muchacho me pasaba por acá con una cauchera en la
mano, mataba pajaritos, luego comencé a tallar pajaritos, un poco para quitarme
la culpa por los que había apedreado.
A los catorce años me hice cargo de una mujer y me fui a
vivir a Caracas, y me estuve 21 años allí.
El comandante Chávez me ha prestado mucho apoyo, gracias a él
tengo esto (señala su casa).
¿Hace cuánto tiempo
comenzó con la pintura, que lo motivó a pintar?
Mi maestra de primero, Nelly Cadenas me decía: “Toño dibújele
ahí a los muchachos”.
¿Tuvo algún maestro?
Fueron tallas por mi cuenta, mi primera talla fue ese
anciano de 3 patas (1986) que fue la vez que Rafaela Baroni gano su premio en
el MAPSV.
Siempre voy a las escuelas a dar talleres, pero los
muchachos no ponen cuidado, y cuando lo hacen, eso a mí me alegra.
Y esos muchachos que andan en drogas, en cosas de esas, que
hagan más beneficiosas sus vidas.
¿Usted es curandero?
Si, las personas que vienen por el mal de ojo, por el asma,
la culebrilla. Ayer por cierto cure a una muchachita que tenía mal de ojo.
¿Cómo aprendió eso,
de curar esas enfermedades?
Lo aprendí por mí mismo, fui inventando, así aprendí…y curé.
Yo no le cobro a nada a nadie. Hay personas que vienen de
los campos y yo les hago favores. yo agradezco es “el Dios se lo pague”.
Mi papá también trabajaba en eso, y ayudó en lo que pudo, y
eso a uno le alegra mucho.
¿Las piezas que hace,
dónde las vende?
Antes las mandaba a vender, y según lo que me ofrecían las vendía.
La primera talla que vendí fue una del Padre Valera, y el señor el que me la
compro…no recuerdo, no sé su nombre ahora. Yo he vendido muchas tallas.
Igual he sido gallero toda mi vida, y cuando me lo vienen a
compra (se refiere a sus gallos, que no supimos si eran los que talla o los que
tiene en su casa y que justamente están cantando ahora) digo no, ese gallo es mío.
Será que les tomo mucho amor a las cosas.
Ésta semana voy a dar un taller en la red de artes.
¿Tarda mucho con una
talla?
Según como sea la piedra, el material, de eso depende el
tiempo para hacer la pieza, la dureza de la piedra.
La piedra azul, la piedra pizarra, esa es buena para tallar.
¿Tiene alguna
historia de la comunidad?
Aquí en esos caminos siempre salían cosas, como un ovejo
negro que era el diablo, salía el martillero, el hachero, se oía pujando,
rajando leña en los zanjones. Nunca los vi, pero si he escuchado a la llorona,
se escucha en Semana Santa, por aquí en ese parque.
Ese parque, el parque de los Ilustres era una hacienda, yo
me la pasaba cazando pájaros con los muchachos. Un día nos encontramos un mapurite,
se metió en una cueva y lo sacamos y se lo llevamos al señor Manuel Calderón, él
nos dijo que lo soltáramos porque estaba jediondo, y nosotros también.
Un día por aquí arribita vi un pollito, le tiré una piedra
con la cauchera y le partí una pata, y se lo llevé a mi papá. Mi papá me dijo
“llévele ese pollo al dueño”, le curé la patica y lo solté. Luego le llegué a
mi papá y le dije: “ya lo solté”. Y él me dijo:” Usted se ganó un regalito. Y
me dio una buena pela.
Un día…yo tenía un muchacho, que ya murió. Un día lo
detuvieron porque le encontraron una bola de droga, y le dije a mi hija: “si él
se metió en eso, que se defienda solo, porque ni mi papá, ni mi mamá me
enseñaron a ser vagabundo. Mi hija me dijo: “papá, pero es su hijo”.
Por acá había los lavaderos. Acá había una señora que le
decían la mujer del bojote, Cargaba un poco de trapos y un saco con una cabeza
de muerto. Otras personas que recuerdo son La Picuda, Zenobia, Nariz de Goma,
Chico Urbina, Lalo Torres, Poncho, …ellos también se reunían en ese lugar.
Allí en los lavaderos, que eran públicos, existía otro en
Santa Rosa, aquí mismo, en el puente machado había otro, también estaba el de
las Araujas, que ese ya como que lo eliminaron.
Cuando yo vivía por Santa Rosa íbamos a buscar agua al
Paramito.
¿Usted conoció a sus
abuelos?
Si, por parte de mamá, mi abuela María de los Santos Briceño
y su hija, mi mama, María Vitalosia Briceño de Villegas, casada con mi papá.
¿Cuéntenos de San
Isidro?
De allí recuerdo a Armando…, Vicente Crespo, Miguel Oseche, Hilarion
Saez, Juan Pedro, no recuerdo como firma, también me acuerdo de Altagracia, la
niña Pancha.
¿Háblenos de la niña
Pancha?
La niña Pancha era maestra y muy colaboradora. Ella hacia pan,
su familia vivía por la Plaza Sucre, pero a ella siempre le gustó vivir en el
cerro.
Otras de las historias que recuerdo es que, por aquí, por
estos caminos del cerro bajaban a los muertos de la Chapa. Cuando había fiestas
y no había muertos, la gente decía: “esa fiesta estuvo muy mala, no hubo muertos”.
Antes era mejor que ahora, en éste caso, porque ninguno de
los muchachos inventaba esas vagabunderías de ahora.
Hoy estamos viendo triste las cosas, por la guerra
económica. Antes el campesino trabajaba, no era reconocido. Hoy día el
campesino ya no “yede” como antes. Antes decían “ahí viene ese campesino “jediondo”.
esto que estamos viviendo son parte de las profecías que se están cumpliendo.
Esto lo estamos viendo hoy.
Antes el cambur no valía, ni el aguacate. Papá decía-. “ustedes
desprecian el cambur hoy y después les va a saber a puro manjar. Vamos a tener
mucho dinero, pero nada que comer”.
¿Qué figuras son las
que más le gusta tallar?
Yo hago lo que se me venga a la mente. siempre me ha gustado
tallar pajaritos . ahora hago santos, pero siempre me ha gustado hacer pajaritos.
Cuando pinto, uso pinturas al frio y crema de zapatos, pero
eso está muy caro.
Hoy hay que arriar el burrito para que camine.
¿Cuantos amores en su
vida?
Tuve varias mujeres. A todas no les hice hijos, a una le
hice 6, a otra 7, ésta que tengo a tenido una sola hija. Tengo 27 hijo, y dos
muertos.
¿Para usted que es el
amor?
Algo muy bonito, muy bello, muy sagrado. Y si algo dejo
Diosito en la tierra, es la mujer, una de las cosas más hermosas.
La riqueza más grande que uno tiene es una buena mujer en el
hogar. Usted puede tener una buena mansión, pero, si no tiene una buena mujer,
una familia que lo espere en la casa, usted no tiene nada.
Me despierto y me acuesto echando bromas. Cualquier
travesura.
¿Cuéntenos una de
esas travesuras?
Cuando no había baños, la gente iba pal monte a hacer sus necesidades,
yo les tiraba pepas con la cauchera.
¿Usted canta
velorios?
No canto velorios, pero si se muchas oraciones, pero rezar a
muertos no.
¿Usted canta?
Canto para parrandear. Sí, me gustaba mucho parrandear.
Ahora no se puede, hay mucha inseguridad.
En las navidades, el 22 de diciembre nos bañábamos temprano
y nos íbamos `prendíamos un tocadiscos, yo sacaba al señor Vicente Núñez a bailar,
y lo hacía con doble intensión, de que, después salieran a bailar su señora y
sus hijas, y la gente que llegaba. Y eso duraba 3 días de parranda.
¿Recuerda los alambiques?
El de Chico Briceño, el de Rómulo Bastidas, el de Ramón
Aldana. Ellos sacaban miche muy bueno. Ellos están muertos casi todos.
Hoy día, de dónde viene el miche, no sé, pero llega.
Juan Bautista Villegas Lozada es el mayor de mis Hermanos (ya
murió), el segundo Máximo José Villegas Lozada, tiene 70 años.
Quedan muchas otras historias para contar. Ya vendrán otros
momentos para seguir – como dijo el señor Villegas - “Arriando el burrito para
que camine”
Texto y fotos: Pedro Ángel Dávila David